miércoles, 27 de mayo de 2015

Segundo día: Tercia (fragmento)

Nudo:
Introducción al personaje de Jorge y acalorada discusión en torno a la risa con Guillermo:

(...) Pero el que encargó la traducción consiguió que el dogo de Venecia nos prestaron este precioso manuscrito griego, obsequio del emperador bizantino. Y una vez acabado el trabajo de Venancio, habríamos hecho dos copias: una para el que encargó la traducción Y otra para nuestra biblioteca.

-Que, por tanto, también acoge fábulas paganas -dijo Guillermo.
La biblioteca es testimonio de la verdad y del error-dijo entonces una voz a nuestras espaldas.

Era Jorge. También esa vez me asombro (y con frecuencia volvería a hacerlo en los días sucesivos) la manera inopinada que tenía aquel anciano de aparecer, como si nosotros no lo viéramos Y él sí nos viese. Me pregunté, incluso, que podía estar haciendo un ciego en el scriptorium. Pero más tarde me di cuenta de que Jorge era omnipresente en la Abadía. Y a menudo estaba en el scriptorium, sentado en un sillón cerca de la chimenea, y no parecía escapársele nada de lo que sucedía en la sala. En cierta ocasión le oí preguntar en alta voz desde aquel sitio: <¿Quién sube?> , Mientras volvía la cabeza hacia Malaquías, que, con pasos amortiguados por la paja, se dirigía a la biblioteca. Los monjes lo estimaban mucho y solían leerle pasajes de difícil comprensión, consultarlo para redactar algún escolio o pedirle consejos sobre la manera de representar algún animal o algún santo. Entonces clavada sus ojos muertos en el vacío, como mirando unas páginas que su memoria había conservado nítidas, y respondía que los falsos profetas van vestidos de obispos y que de sus labios salen ranas, o cuáles eran las piedras que debían adornar la muralla de la Jerusalén celeste, o que en los mapas, los arismapos debían representarse cerca de la tierra de Preste Juan, pero cuidando de no excederse en la pintura de su monstruosidad, porque no debían seducir al que los contemplara, sino figurar como emblemas, reconocibles pero no concupiscibles, y tampoco repelentes hasta el punto de provocar risa.
En cierto ocasión, oí que aconsejaba a un escoliasta sobre la manera de interpretar la recapitulatio en los textos de Ticonio de acuerdo con las ideas de san Agustín, Para no incurrir en la herejía donatista. Otra vez lo escuché aconsejar sobre la manera de distinguir, en el comentario de un texto, entre los herejes y los cismáticos. Y en otra ocasión, responder a la pregunta de un estudioso diciéndole qué libro debía buscar en el catálogo de la biblioteca, y casi en qué folio encontraría la referencia, mientras le aseguraba que el bibliotecario no pondría el menor obstáculo para entregárselo porque se trataba de una obra inspirada por Dios. Y otra vez oí que decía que cierto libro no podía buscarse porque,si bien figuraba en el catálogo, hacía 50 años que las ratas lo habían arruinado, y se pulverizaba entre los dedos los con solo tocarlo. En resumen: era la memoria misma de la biblioteca, y el alma del scriptorium. A veces amonestaba a los monjes cuando les oía charlar: <¡Apresuraos a dejar testimonio de la verdad! ¡Los tiempos están próximos!>, y aludía  la llegada del anticristo.
-La biblioteca es testimonio de la verdad y del error- dijo, pues Jorge.
-Sin duda, Apuleyo de Madaura tuvo fama de mago- dijo Guillermo-. Pero, tras el velo de la fantasía, esta fábula también contiene una valiosa moraleja, porque enseña lo caro que se pagan las faltas cometidas. Además, creo que la historia del hombre transformado en asno alude claramente a la metamorfósis del alma que cae en el pecado.
-Quizás- dijo Jorge.
-Y ahora también comprendo por que, durante la conversación que mencionaron ayer, Venancio se interesó tanto por los problemas de la comedia. En efecto: también este tipo de fábulas puede asimilarse a las comedias de los antiguos. A diferencia de las tragedias, no narran hechos sucedidos a hombres que han existido en la realidad. Como dice Isidoro, son ficciones: <fabulae poetae a fando nominaverum quia non sum res factae sed tantum loquendo fictae…>.
En un primer momento no comprendí por que Guillermo se había metido en aquella discusión erudita, y justo con un hombre que no parecía tener mayor predilección por dichos temas. Pero la respuesta de Jorge me demostró lo sutil que había sido mi maestro.
-Aquel día el tema de discusión no eran las comedias, sino sólo la licitud de la risa- Dijo frunciendo el seño. Yo recordaba muy bien que, justo el día anterior, cuando Venancio se había referido a aquella discusión, Jorge había dicho que no recordaba sobre que había versado.
-¡Ah!- dijo Guillermo como al descuido-. creí que habíais hablado de las mentiras de los poetas y de los enigmas ingeniosos…- se habló de la risa- dijo secamente Jorge-. Los paganos escribían comedias para hacer reír a los espectadores, y hacían mal. Nuestro señor Jesucristo nunca contó comedias ni fábulas, sin parábolas transparentes que nos enseñan alegóricamente como ganarnos el paraíso, amén.
- Me pregunto- dijo Guillermo-, por que rechazais tanto la idea de que Jesus pudiera haber reído. Creo que, como los baños, la risa es una buena medicina para curar los humores y otras afecciones del cuerpo, sobre todo la melancolía.
- Los baños son buenos, y el propio Aquinate los aconseja para quitar la tristeza, que peude ser una pasión mala cuando no corresponde a un mal suceptible de eliminarse a travez de la audacia. Los baños reestablecen el equilibrio de los humores. La risa sacude el cuerpo, deforma los razgos de la cara, hace que el hombre parezca un mono.
- Los monos no ríen, la risa es propia del hombre, es signo de su racionalidad.- También la palabra es signo de la racionalidad humana, y con la palabra puede insultarse a Dios. No todo lo que es propio del hombre es necesariamente bueno. La risa es signo de estulticia. El que ríe no cree en aquello de lo que ríe, pero tampoco lo odia. Por tanto reirse del mal significa no estar dispuesto a combatirlo, y reirse del bien significa desconocer la fuerza del bien, que se difunde por sí sólo. Por eso la regla dice: <Decimus humiliatisgradus est si non facilis ac promptus in risu, quia scriptum est: stultus in risu exaltat vocem suam>.
- Quintiliano- interrumpió mi maestro- dicen que la risa debe reprimirse en el caso del panegírico, por dignidad, pero que en muchas otras circunstancias hay que estimularla. Tacito alaba la ironía de Calpurnio Pisón. Plinio el joven escribió: <Aliquando praeterea rideo, jocor, ludo, homo sum>
-Eran paganos -Replicó Jorge- La Regla dice: <Scurrilitates vero vel verba otiosa e risum moventia aeterna clausura in omnibus locis damnamus, et ad talia eloquia discipulum aperire os non permittimus>.
- Sin embargo, cuando ya el Verbo de Cristo había triunfado en la tierra, Sinesio de Cirene dijo que la divinidad había sabido combinar armoniosamente lo cómico y lo trágico, y Elio Sparziano dice que el emperador Adriano, hombre de elevadas costumbres y de animo naturaliter cristiano, supo mezclar los momentos de alegría con los de gravedad. por último, Ausonio recomienda dosificar con moderación lo serio y lo jocoso.
-Pero Paolino da Nola y Clemente de Alejandría nos advirtieron del peligro que encierran esas tonterías, y Surpicio Severo dice que san Martín nunca se mostró arrebatado por la ira ni presa de la hilaridad.
- Sin embargo, menciona algunas respuestas del santo spiritualiter salsa - dijo guillermo.
- Eran respuestas rápidas y sabias, no risibles.
San Efraín escribió una parénesis contra la risa de los monjes, ¡y en el de habitu ed conversatione monachorum se recomienda evitar las obscenidades y los chistes como si fuesen veneno de áspid!
- Pero Hildeberto dijo: <Admittenda tibi joca sunt post seria quaedam, sed tamen ed dignis ipsa gerenda modis>. y Juan de Salisbury autoriza una hilaridad moderada. Por último, el eclesiastés, que citabais hace un momento al mencionar vuestra Regla, si bien dice, en efecto, que la risa es propia del necio, admite al menos una risa, la del ánimo sereno.
- El ánimo solo está sereno cuando contempla la verdad y se deleita con el bien que ha realizado, y la verdad y el bien no mueven a risa. por eso Cristo no reía. La risa fomenta la duda.
- Pero aveces es justo dudar.
- No veo por que debiera serlo. Cuando se duda hay que acudir a una autoridad, a las palabras de un padre o de un doctor y entonces desaparece todo motivo de duda. Me parece que estais impregnado de doctrinas discutibles, como las de los lógicos de París. Pero san Bernardo, con su es así y no es así, supo oponerse al castrado Abelardo, que quería someter todos los problemas al exámen frío y sin vida de una razón no iluminada por las escrituras. Sin duda, el que acepta esas ideas peligrosísimas también puede valorar el juego del necio que ríe aquello cuya verdad, enunciada ya de una vez para siempre, debe ser el objeto único de nuestro saber. De este modo, al reir, el necio dice implícitamente: <Deus non est>.
- Venerable Jorge- Dijo Guillermo-, creo que sois injusto cuando tratais de castrado a Abelardo, por que sabeis que fue la iniquidad ajena la que lo sumió en esa triste condición.
- Fueron sus pecados. Fue la soberbia de su confianza en la razón humana. Así la fé de los simples fue escarnecida, los misterios de Dios desentrañados (mejor dicho, se intentó desentrañarlos, ¡necios quienes lo intentaron!), abordadas con temeridad cuestiones relativas a las cosas más altas, escarnecidos los padres por haber considerado que no eran respuestas sino consuelo lo que esas cuestiones requerían.
- No estoy de acuerdo, venerable Jorge. Dios Quiere que ejerzamos nuestra razón a propósito de muchas cosas oscuras sobre las que la escrituranos ha dejado en libertad de decidir. Y cuando alguien os incita a creer en determinada proposición, lo primero que debeis hacer es considerar si la misma es o no aceptable, por que nuestra razón ha sido creada por Dios, y lo que agrada a nuestra razón no puede no agradar a la razón divina, obre la cual, por otra parte, solo sabemos lo que, por analogía y a menudo por negación, inferimos basándonos en la operaciones de nuestra propia razón. Y ahora fijaos en que, aveces, para mirar la falsa autoridad de una proposición absurda, que repugna a la razón, también la risa puede ser un intrumento irónico. A menudo la risa sirve para confundir a los malvados y para poner en evidencia su necedad. Cuentan que cuando los paganos sumergieron a san Mauro en agua hirviente, este se quejó de que el baño estuviera tanfrio; el gobernador pagano puso estúpidamente la mano en el agua para probarla, y se escaldó. Bello acto de aquel santo martir que ridiculizó así a los enemigos de la fé.
Jorge Sonrió con malignidad y dijo:
- También en los episodios que cuentan los predicadores hay muchas patrañas. Un santo sumergido en agua hirviendo sufre por Cristo y se contiene para no gritar, ¡No tiende trampas infantiles a los paganos!
- ¿veis? ¡esta historia os parece inaceptable para la razón y la acusais de ridícula! aunque tácitamente, y dominando vuestros labios, os estais riéndo de algo y quereís que tampoco yo lo tome en serio. Reís de la risa, pero reís.
Jorge hizo un gesto de fastidio:
- Jugando con la risa me estais arrastrando a hablar de frivolidades. pero sabeis bienq ue Cristo no reía.
- No estoy muy seguro. cuando invita a los fariseos a que arrojen la primera piedra, cuando pregunta de quién es la efigie estampada en la moneda con que ha de pagarse el tributo, cuando juega con las palabras y dice <tu es petrus>, creo que dice cosas ingeniosas, para confundir a los pecadores, para alentar a los suyos. También habla con ingenio cuando dice a Caifás: <tu lo has dicho> y Jerónimo, cuando comenta el pasaje de Jeremías en que Dios dice a Jerusalen <Nudavi femora contra faciem tuam>, explica: <sirve nudabo et relevabo femora et posteriora tua>. De modo que hasta Dios se expresa mediante agudezas para confundir alos que quiere castigar. y bien sabeis que, en el momento más vivo de la disputa entre cluniacences y cisterciences, los primeros acusaron a los segundos, para ridiculizarlos, de no llevar calzones. Speculum stultorum, el asno brunello se pregunta que sucedería si por la noche el viento levantase las mantas y el monje viera sus partes pudendas...
Los monjes que estaban alrededor rompieron a reír, y Jorge montó en cólera:
- Estais arrebatándome a estos hermanos para arrastrarlos a una fiesta de locos. Ya se que es común entre los franciscanos conquistarse la simpatía del pueblo con este tipo de tonterías, pero sobre estos ludi os diré lo que dice un verso que en cierta ocación oí en boca de uno de vuestros predicadores: <tum podex carmen extulit horridulum>.
La reprimenda era un poco excesiva: Guillermo había estado impertinente, pero ahora Jorge lo acusaba de emitir pedos por la boca. Me pregunté si con la severidad de su respuesta el anciano no estaría invitándonos a salir del scriptorium. Pero vi que Guillermo,  tan combativo hacía un momento, adoptaba la más dócil de las actitudes; -Os pido perdon, venerable Jorge- dijo-. mi boca no ha sabido ser fiel a mi pensamiento; no quise faltaros al respeto. Quizas lo que decís sea justo, y quizás yo esté equivocado.
Ante este acto de exquisita humildad, Jorge emitió un gruñido que tanto podía expresar satisfacción como perdon, y no pudo hacermmás que regresar a su sitio, mientras los monjes, que durante la discusión se había ido acercando fueron refluyendo hacia sus mesas de trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario